La crisis originada por la propagación mundial del coronavirus nos obligó a distanciarnos socialmente, pero debido al aislamiento preventivo surgieron nuevas problemáticas políticas, sociales, y económicas que nos atraviesan como sociedad.
En este contexto uno podría decir que, al estar encerrados y aislados, reclamar por lo que creemos justo se vuelve una tarea imposible. Pero la realidad es que la naturaleza de nuestra especie nos define. Somos seres sociales. Por más alejados que estemos físicamente, nuestro instinto nos pide relacionarnos con la otredad.
Afortunadamente, tenemos un gran punto a nuestro favor. Las bondades de la tecnología han permitido que con el correr de los años Internet se convierta en el refugio virtual de relaciones sociales de todo tipo. Pareciera que cada aspecto de la vida social tuviera su traducción en el universo virtual. Es como si, de pronto, toda distancia se acortara.
La hiperconectividad nos permite sentirnos cerca de personas que están del otro lado del mundo, enviar mensajes en tiempo real y con respuesta inmediata, realizar llamadas con ese familiar que no vemos hace tiempo, enterarnos de todo minuto a minuto.
Las redes sociales son la institución virtual por excelencia para desarrollar vínculos humanos que, obviamente, están mediados por un dispositivo. Las hay en un amplio abanico de posibilidades y formatos. Pero lo que aquí nos interesa es Twitter, que hoy por hoy se transformó en el espacio político por default.
Probablemente pensarán ¿Qué tiene que ver Twitter con la política? Mucho, muchísimo diría yo.
Twitter es una red social que en primera instancia fue pensada como una aplicación basada en publicaciones de pocos caracteres y de rápida difusión. Siempre fue una red en la cual abundó la diversidad de opiniones sin ningún tipo de filtro comparada con otras redes en donde hay menor tolerancia a las publicaciones ofensivas. Lo que permite que se aborden en ella temáticas de todo tipo y sin límite ético o moral.
A medida que la red fue ganando popularidad e influencia a nivel mundial, empresas, medios de comunicación, periodistas e incluso funcionarios políticos comenzaron a generar sus propios usuarios de Twitter para estar al tanto de los espacios de debate que se generaban en la app.
Twitter fue pionera en dar espacio a la discusión en dos sentidos. El primero fue la creación de los Hashtags. El segundo es la creación de la sección tendencias, lugar en donde se pueden apreciar las temáticas que más impacto generan a nivel local y también global, generando una especie de agenda de temas importantes.
No es de extrañar, entonces, que la lucha
política se de en Twitter, la famosa “cloaca de internet” Esa red que genera
una especie de amor- odio, donde el cinismo y el sarcasmo se mezclan con memes,
hilos de datos curiosos, cancelaciones y alguna que otra declaración polémica
de algún famoso.
Si bien el entrecruzamiento entre lo analógico
virtual no es una novedad, podríamos decir que gracias a la pandemia se originó
un traspaso, una migración del reclamo de la calle hacia Twitter. Esto no
quiere decir que no hayan existido manifestaciones en la vía pública, las
hubieron y muchas, pero sí tenemos que reconocer que esta red social está
ganando un lugar primordial a la hora de expresarnos. Se convirtió en un nuevo
espacio de lucha popular.
Podemos citar algunos casos importantes como el
twittazo en contra de la venta y privatización de la costanera, o el hashtag #LeyDeHumedalesYA
respecto a los incendios de gran magnitud que hubo en provincias como Santa Fe,
Córdoba y Entre Rios en donde se reclamaba la falta de acción gubernamental en
la búsqueda de los responsables de esta catástrofe y la formulación de una ley
que proteja los humedales de nuestro país, #QueSeaLey un reclamo ya conocido
por parte del colectivo feminista y agrupaciones afines que, una vez más, piden
al Gobierno de la Nación el tratamiento de
la interrupción voluntaria del embarazo en el Congreso para evitar las muertes
de personas gestantes por abortos clandestinos, #QuedateEnCasa tal vez uno de
los hashtags mas utilizados en este período en el que funcionarios de alto
cargo, famosos, influencers y también personas comunes invitan a sus
conciudadanos a quedarse en el hogar
para combatir el virus.
La contracara de estos reclamos fue la
convocatoria a una marcha en nombre de la “libertad” por parte de los sectores heterogéneos
en el #BanderazoNacional. Estas extrañas manifestaciones también se dieron en
la vía pública. Las marchas anticuarentena, marchas por la libertad, marchas
antivacuna acapararon un grupo de personas cuya consigna era pronunciarse en
contra de la extensión de la cuarentena que, según ellos, “coarta la libertad
de los argentinos y trata de imponer un nuevo orden mundial”.
Muchos se han quejado de la gran polarización
que existe en esta red social, de la cultura de la cancelación, y del nivel de
agresividad, pero lo cierto es que Twitter es contradictorio como espacio
político porque nosotros somos contradictorios. Esta red social es el espejo de
lo que somos como sociedad. Representa ese lugar bizarro donde todo puede pasar
y donde podemos encontrar opiniones de mil colores y formas, el espacio donde esta
lo mejor y lo peor de nuestra sociedad, reservorio de ingenio, humor e
inventiva, pero también de agresión, comentarios de odio y discriminación
Es aquí donde nos damos cuenta de cuáles son
nuestras verdaderas prioridades y donde ponemos la vara de la moralidad. Por
más que nos quejemos, en el fondo, sabemos que tenemos una plataforma a la
altura de las circunstancias que refleja nuestra esencia absurda. Sería mejor
que en vez de horrorizarnos por el monstruo que creamos, hiciéramos un poco de
introspección colectiva, porque si algo falla en él es porque quid de la
cuestión yace en nosotros.